El órdago le ha salido bien a Rajoy. El acuerdo de la reunión de la Cumbre de la Unión Europea se cerró a las 5 de la madrugada. Los teutones y los nórdicos se descolocan a partir de las 2, como todo el mundo sabe. O están beodos o en su séptimo sueño. Al contrario que los latinos, que estamos habituados a realizar nuestras mejores faenas a partir de esa hora. Rajoy y Monti han cosechado un excelente resultado para los intereses de España e Italia. Aznar ya lo consiguió hace unos años a esas horas intempestivas. Al contrario que Zapatero, que no llegaba, la criatura. Le entraba sueño o se aburría como una ostra.
Y es que cada vez me recuerda más Rajoy a Vicente del Bosque. Será por su exitosa indolencia. Está claro que el cambio más radical que se ha notado con el nuevo Gobierno ha sido con la política exterior. Y por ese camino debe seguir Rajoy. Pero el partido no está ni mucho menos ganado. Esto ha sido tan solo un tanto en el dificilísimo partido que estamos jugando. Ahora debería emprender las auténticas reformas que tanto fuera de España como dentro estamos esperando: la reforma de la estructura de la administración del Estado, que no espera ni un minuto más. La estrategia con en este asunto dada su mayoría absoluta debe dar un giro radical. Es la única manera de que al final de este partido el resultado se decante a nuestro favor. A lo mejor está esperando, otra vez, a la prórroga o a los penaltis como el Marqués. Qué manía les ha entrado a todos estos con tenernos con el corazón fuera del pecho. Pero bueno, si al final sirve para salir adelante, bienvenida sea la angina en el ídem. Yo ya tengo preparada la cafenitrina. En fin.