Mejores que ángeles

PACO GIMÉNEZ GRACIA.- Me dedica un artículo Manolo Ballester en el que defiende una cierta compatibilidad, digamos, sustantiva, entre el liberalismo y la doctrina cristiana; o católica, stricto sensu, porque mi Manolo es un católico como Dios manda, y yo que me alegro. Digo que me alegro, porque es mi amigo y yo que no dispongo de fe suficiente para digerir ni la mitad de lo que dicta el Credo de Nicea, sí que profeso mi máxima admiración moral hacia los católicos y, sobre todo, hacia su Iglesia, una admiración que tiene una sólida base empírica, pues me basta con constatar la labor benéfica que ejercen, que no tiene parangón con la de ninguna otra institución, ni por la hondura del compromiso, ni por la extensión de su ejercicio, ni por la eficiencia de su gestión. Hasta el punto de que tengo para mí que de bien poco valen los miles de millones que dedicamos a los programas sociales; a la hora de la verdad, el día que lleguemos a viejos y no nos valgamos ni para sujetarnos los pedos, habrá una monja cerca que estará dispuesta a cuidarnos; seguro. Éticamente, vale más una sola monja en la tierra que todos los ángeles que sostienen las esferas de los cielos. De modo que un respeto. Y hagan como yo, que marco la casilla de la Iglesia en mi declaración de la renta, al margen de lo que piense del dogma de la Inmaculada Concepción.

Hecho el premio, dudo mucho que el mensaje evangélico sea compatible con el liberalismo, ni por asomo, por más que mi Manolo se agarra a la parábola de los talentos, que, según su exégesis, nos invita a la multiplicación del capital, o algo semejante. Dejando a un lado si la interpretación es buena o mala, lo cierto y verdad es que Jesús era un rabino de Nazareth y no un filósofo escocés, y cuando los evangelistas lanzan el carro de la doctrina por el pedregal de las parábolas, el cristianismo se aturulla moral y filosóficamente. Por ejemplo, la archiconocida Parábola del Hijo Pródigo deja en muy mal lugar a las personas rectas y trabajadoras, y le hace fiestas sin cuento a los borrachines, puteros, perezosos y malgastosos, con tal que recuperen el buen sentido a tiempo; lo cual, desde luego, es una pura insensatez moral y la expresión de un ideal de vida totalmente antiliberal.

Y cuando las parábolas no patinan en el contenido lo hacen en las formas. Si acudimos a la Parábola de las Vírgenes Prudentes, por ejemplo, que ha inspirado bellísimas fachadas de catedrales centroeuropeas y una magnífica Cantata de J. S. Bach (BWV 140), vemos que nos invita a mantener tensa, viva y limpia la fe y la rectitud moral, lo cual está muy bien; pero erige su doctrina sobre la base de un relato lleno de evocaciones sexis que me niego a reproducir, y menos a glosar, porque este diario se lee mucho en las escuelas y no quisiera yo escandalizar a ninguna pedagoga de la estricta observancia. De modo que mejor nos dejamos de parábolas y de Evangelios, porque lo mismo sirven para un roto que para un descosido y así no llegamos a parte alguna.

Prefiero juzgar el cristianismo como un fenómeno cultural e histórico global, y ahí sí que encuentro argumentos para el contento (liberal). Por ejemplo, es un hecho cierto que en los países islámicos florecen las teocracias; y es igualmente un hecho comprobable que las democracias liberales (las democracias parlamentarias en las que se respetan el juego de los partidos y los derechos individuales) son formas de organización política que surgen en el seno de naciones cristianas (Inglaterra, Holanda, Suiza, Estados Unidos, Francia,?).

Y esto no es, desde luego, casualidad. Como no lo es que el comercio, la industria y el progreso en general florezcan mucho y bien entre los luteranos, anglicanos y calvinistas, y bastante menos, ay, entre los católicos y los ortodoxos. Porque la Iglesia Católica ha recelado siempre de las libertades individuales y hasta del libre comercio. Igual que recela el Papa Francisco, quien se enamora de sí mismo cada vez que airea su ramalazo perrofláutico. Otra cosa ha sido Benedicto XVI, desde luego, quien, con esa tremenda potencia intelectual con que empapa todo lo que toca, lleva escritos varios textos (menores, pero intensos) en los que acerca la filosofía cristiana al pensamiento liberal clásico; pero Herr Ratzinger es una (maravillosa y breve) excepción en la historia de la Iglesia. Lo normal es que el clero católico piense y escriba contra el liberalismo: de hecho, las facultades de Filosofía españolas (por no hablar de la ETA, Terra Lliure y demás) encontraron su cantera entre los exjesuitas, exmaristas y excorazonistas reconvertidos a un comunismo atorrante que por nadie pase.

Y lo mismo que tengo mucho que agradecer y reconocer a la Iglesia por su generoso y sincero sentido de la caridad, no puedo menos de reprocharle ese temor a la libertad que ha manifestado, cultivado y propiciado desde que San Pablo se cayera del caballo.

Lo cual no quita para que tenga amigos muy queridos que son católicos de intelecto libre y corazón limpio, como es el caso del buen Manolo Ballester.

Vaya mi felicitación navideña para todos ellos, y para los que no lo sean tanto. Y que los Reyes Magos nos traigan mucha libertad, excelencia de carácter e industriosidad, que son el oro, el incienso y la mirra de quienes nos sentimos y queremos liberales.

 

Publicado en La Opinión de Murcia el 26-12-2013

Crónica de una muerte no anunciada

No son pocas las reflexiones que se han escrito sobre el descalabro de Javier Arenas en las elecciones de ayer en Andalucía. Consiguió ganarlas pero no con el suficiente margen para poder formar una mayoría que le permita gobernar uno de los últimos bastiones que se le resiste al Partido Popular. Me quedo con varias consideraciones:

La primera con la de Pablo Molina en Libertaddigital poniendo el acento en la nefasta campaña electoral que ha realizado el PP: “El PP no solo ha decidido hacer una campaña en Andalucía como si fueran a ganar sin bajarse del autobús, sino que, por no incomodar, hasta la política nacional del Gobierno popular ha estado supeditada a esta exigencia de placidez morcillona”. Ha titulado el artículo: ¡Arriola Selección!, ya que si hay que señalar a uno de los principales culpables del descalabro no es otro que al tan valorado sociólogo y gurú del PP y a todos los acérrimos seguidores de sus tesis y que tanto daño están haciendo a la derecha española.

Y es que, en efecto, como también señala Alfonso Galindo en su blog “El tercer liberalismo”: “Tanto el tipo de campaña como la propia elección del candidato demuestran que los populares querían ganar por mero hundimiento del adversario. Demuestra también su poco respeto al ciudadano andaluz: como no lo creen capaz de entender y asumir los retos que tiene la sociedad y la necesidad de cambios profundos, se han limitado a mostrarse como más y mejores socialdemócratas que sus adversarios. Los ciudadanos han preferido el original a la copia”.

Pedro Moya en “Apuntes en Libertad” también pone el énfasis en la penosa campaña y en la dejadez de Javier Arenas y sus áulicos sociólogos a la hora de presentar batalla y pretender ganar por desgaste del rival: “Pero precisamente por ello, la estrategia más adecuada quizá no consistía en dejar que la realidad de la crisis económica, junto a los gravísimos escándalos de corrupción que la prensa publicaba día sí y día también, desgastaran por sí solos al PSOE andaluz: además, se debería haber tenido una presencia constante en todos los medios, y con un mensaje claro y rotundo: explicar y defender sin ambages el programa (y también las medidas tomadas por el nuevo Gobierno) en todos los foros, propios, ajenos, afines y contrarios, y acudir al mismísimo infierno aunque solo sea para denunciar ‘in situ’, y a la vista del público, las maldades de sus inquilinos.”

Luis I. Gómez en su entrada “Arenas y Rajoy lloran. Lo merecen” en “Desde el exilio”, no se sorprende de los resultados, y lo achaca a los “decenios de indoctrinamiento y casi tres generaciones abandonadas a la mediocridad educativa», por lo que no ve  motivos para mostrarse «sorprendido por los resultados de ayer en las elecciones autonómicas andaluzas o asturianas”.

Es como también ha escrito Santiago Navajas en su artículo “PSOElandia” en Libertaddigital: “Pero el caso es que los señoritos dirigentes del PP siguen refugiados en sus casinos de pueblo y sus clubes de ciudad, incapaces de hacer llegar su mensaje a los colegios, los institutos, las universidades, donde los estudiantes más que enseñados son adoctrinados, más que instruidos son formados en una sensibilidad política de izquierdas. De hecho, incluso el PP parece en determinados campos un partido de izquierdas abonándose, por ejemplo, a las tesis “de género” e incapaz, por esa mezcla de pereza y desprecio hacia lo intelectual que caracteriza a la derecha andaluza, de crear una alternativa conceptual seria y estructurada a la que ha creado la izquierda”.

Quedan muchos artículos por escribir y muchas páginas por rellenar. De lo único que estamos seguros es que ayer el PP andaluz llegó a brindar con manzanilla, pero la de sobre, la que arregla el estomago, la calentita. En fin.

España: en la cola del paro y a la cabeza de impuestos

instituto-juan-de-marianaEl Observatorio de Coyuntura Económica del Instituto Juan de Mariana, en su último informe, analiza la salvaje subida fiscal aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy y sus nefatas consecuencias para la economía española.

Nos explican que los españoles sufrirán en 2012 los gravámenes sobre la renta más altos de Europa.

Y precisamente lo que necesita España no son impuestos todavía más altos, sino más empleo, más empresarios e inversores y más productividad que proporcionen alivio a la recaudación e impulsen el crecimiento.

Como bien exponen:

• La subida fiscal ha supuesto que, a partir de 2012, los tipos impositivos del IRPF español sean de los más elevados de Europa, no sólo en todos los tramos de la escala general, sino también en el tratamiento del ahorro.

• La combinación de tipos impositivos altos con nuestros niveles de renta comparativamente más bajos provocará que el potencial recaudador de asfixiar a la población y de desincentivar su generación de renta sea bastante modesto: los altos gravámenes sólo se emplearán en mantener un Estado sobredimensionado e ineficiente.

El problema del déficit público actual no proviene de unos ingresos fiscales insuficientes sino de un gasto público insostenible y propio de la época de la burbuja crediticia. Si el Gobierno español hubiera imitado la evolución del gasto público alemán entre 2002 y 2007, hoy disfrutaríamos de superávit incluso aunque el gasto público hubiese subido desde 2008 en la misma cuantía en la que lo ha hecho.

Concluyen que el Gobierno de Mariano Rajoy “ha optado con su subida de impuestos por exprimir un poco más a los contribuyentes para sustentar un modelo de Estado hipertrofiado durante la época de la burbuja y que se resiste a volverse austero, como sí ha hecho, en cambio, la economía privada. Un error gubernamental que todos los españoles pagarán muy caro no sólo por el sangrante recorte en su renta disponible sino, también por unas menores expectativas de recuperación“. En fin.

Algo de liberalismo en La Verdad

Dejando atrás el rumor de Ramón Luis Valcárcel como número dos de Mayor Oreja, pues ya él mismo lo ha desmentido, traigo aquí una columna que aparece hoy en La Verdad de lo más interesante que escribe Carlos Recio, presidente de los jóvenes empresarios de Murcia. Es muy raro atisbar en los artículos que aparecen en la prensa local de Murcia una sóla idea liberal, por eso la destaco. La frase que sobre todo me ha hecho enlazarla es ésta:«es muy necesario que el Gobierno entienda que el avance económico y la solución al paro vienen de la mano del sector privado, y no del público»; además lo he hecho porque aporta datos esclarecedores del porqué la crisis en España viene motivada por algo más que por la Crisis Subprime, por Bush o por Aznar. Lo tiene difícil Don Carlos, pues no creo que este concepto tan sencillo sea entendido por los «socialistas de todos los partidos». Que se mire para comprobarlo el artículo del día anterior y en el mismo periódico de Begoña García Retegui, una fenómena en esto de los números según ella misma se califica:«No oculto que, como médica de profesión, el baile de cifras y porcentajes que tiende a acompañar a estas cuestiones me resulta ajeno, así es que les propongo andar mi camino con ustedes para intentar entender de qué hablamos.»; el artículo es tan sólo una muestra de la idiocia de los que nos gobiernan y que la solución a la crisis se encuentra bastante lejos. Ahora os dejo con el bueno, con el de Carlos Recio que titula:

Algunas cosas tienen explicación

«El informe Doing Bussines 2009, publicado por el Banco Mundial y la Corporación Financiera Internacional, investiga las regulaciones que favorecen la actividad empresarial y las que la limitan, y se centra especialmente en las pequeñas y medianas empresas. Abarca el estudio 181 economías, aplicando un sistema comparativo, y aunque no ofrece valoraciones al respecto, sino datos y prelaciones, es obvio que muchos de ellos resultan concluyentes.

La visión general es, de entrada, esclarecedora: se hicieron 239 reformas que simplificaron los trámites para hacer negocios, y ninguna de ellas se produjo en España. Nuestro puesto en la clasificación es el 49, tres escalones por debajo del lugar alcanzado el año anterior. Esta lista es liderada por países como Singapur, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Hong Kong, Dinamarca, Reino Unido, Irlanda y Canadá. Todas las economías mundiales similares a la nuestra están por delante, excepto la Italia de Berlusconi.»

El artículo entero:aquí.

La historia se repite

En el año 1545 durante el reinado de Carlos V se llevó a cabo una incautación de metales preciosos a los banqueros de Sevilla. La mala situación de la hacienda hizo que se recurriera al dinero depositado en las cajas de los bancos. La política imperial de apropiación no hizo más que incentivar la actividad bancaria de invertir en forma de préstamos la mayor parte de los depósitos recibidos: como no existía ninguna garantía de que los poderes públicos respetaran la caja de estas entidades, preferían dedicar los depósitos en préstamos que evitaban la expropiación, proporcionándoles además una rentabilidad más alta. Los gobernantes hacían la vista gorda y permitían dicha actividad pese a no estar permitido actuar con un coeficiente de reserva fraccionaria: les interesaba, a pesar de todo, que el negocio funcionara para utilizarlos cada vez que los necesitaran.

Pero, como siempre, llegó un momento que debido «la etapa de boom artificial causada por la inflación de metales preciosos provenientes de América y la expansión artificial del crédito, sin base de ahorro real suficiente, derivada del ejercicio de la actividad bancaria con un coeficiente fraccionario de reserva», llegó la inevitable recesión y la crisis económica. Además la realización por parte de los banqueros de «arriesgados negocios personales que acarreaban continuamente situaciones de grave compromiso (fletamiento de naves, comercio de navegación ultramarina, operaciones de seguros, especulaciones diversas, etc.), así como las repetidas incautaciones y necesidades de liquidez por parte de la hacienda real» ya comentada, fueron también causas esgrimidas de tal descalabro. Recuerdo en este momento que estamos en el siglo XVI bajo el reinado de Carlos V; lo digo por si alguien se cree que estoy describiendo una situación económica más cercana. Pero continuo con la historia que he sacado y resumido de una parte del ensayo de Jesús Huerta de Soto sobre la Escuela de Salamanca y que aparece en el número 11 de la Ilustración Liberal. La cosa no solo afectaba a los bancos sevillanos, sino que por Europa la situación no era mucho más boyante. La oferta monetaria que corría por aquellos años era en un importe elevado de «dinero bancario» o depósitos creados de «la nada por los banqueros que no conservaban en custodia el 100 por cien del dinero en metálico que les había sido depositado a la vista por sus clientes. Esto dio lugar a una etapa de gran florecimiento económico artificial que se revirtió inexorablemente a partir de la segunda mitad del siglo XVI cuando los depositantes comienzan a experimentar con temor dificultades económicas crecientes y surgieron las primeras quiebras de los banqueros más importantes de Florencia». Vaya, toda una coincidencia con la actualidad. Tenían su Lehman Brothers y todo: el banco Ricci. Este banco utilizó «una parte muy importante de sus depósitos para comprar fondos públicos y conceder créditos. Esta política de expansión crediticia debió arrastrar a los demás bancos privados por el mismo camino, si es que querían ser competitivos y conservar sus beneficios y participación en el mercado. Se produce así una euforia crediticia que da lugar a una etapa de gran expansión artificial que pronto comienza a revertirse». Se empezó a notar en las ciudades una importante escasez de dinero y los artesanos empiezan a no poder retirar sus depósitos y ni pagar sus deudas.

Como se puede comprobar la historia se repite. No ya la del último siglo, sino la del XVI. Al igual que antaño este hecho hizo que se creara una corriente en los escolásticos españoles conocida como la Escuela de Salamanca que denunciaron los excesos de los gobernantes y las malas prácticas bancarias, que consistían básicamente en actuar con un coeficiente de reserva fraccionaria, hogaño hay otra corriente que se desgañita en el desierto reclamando una menor intervención del Estado y un cambio en los privilegios que actualmente la banca obtiene de Él. Se llama liberalismo y lleva casi cinco siglos en boca de unos pocos.

Mises

Como bien nos informan en La Libertad y la Ley, el próximo día 10 de octubre se cumplirán 35 años de la muerte del más grande economista de la historia. De todo lo que voy leyendo sobre la crisis -que no es poco-, me quedo con este párrafo de la semblanza de la obra de Ludwig von Mises, «Ludwig von Mises: defensor del capitalismo», escrita por George Reisman, uno de sus más destacados alumnos y publicada en Liberalismo.org:

«Dentro de una importante contribución original al pensamiento económico, demostró que las depresiones eran consecuencia de la políticas de expansión crediticia patrocinadas por los gobiernos pensadas para rebajar los tipos de interés del mercado. Demostró que esas políticas creaban malas inversiones a gran escala, que privaban de capital líquido al sistema económico y llevaban a contracciones del crédito y de ahí a las depresiones. Mises era un destacado defensor del patrón oro y del laissez-faire en la banca, que, según creía, llevaría virtualmente a un patrón de reserva de oro al 100% y haría así imposible tanto la inflación como la deflación.»

Muchos columnistas de fin de semana que desde el estallido de la crisis de solvencia de los entidades financieras no paran de culpar al «capitalismo salvaje», al «ultraliberalismo», etc. se deberían acercar siquiera a una pequeña sinópsis de alguna de las obras de Mises. Quizá no seguirían escribiendo tantas tonterías.